El momento político venezolano, a 120 días de
las elecciones presidenciales sigue fuertemente impactado por la evolución de la
salud del presidente Hugo Chávez, por un lado, y por las crecientes dudas sobre
si la tan pregonada unidad opositora se mantendrá hasta el 7 de octubre, habida
cuenta de que la candidatura de Henrique Capriles Radonsky no tomó impulso
siquiera durante los meses en los que el mandatario estuvo prácticamente fuera
del ruedo, atendiendo sus problemas de salud.
Lo cierto es que el mandatario regresó de su
radioterapia y ocupó nuevamente el centro de la escena política. Chávez volvió a
ocupar su lugar de siempre en un punto: si él no dice las cosas, pareciera que
no sirve que nadie las diga por él.
Posiblemente, el
peligro en Venezuela no es por los resultados electorales, sino por el proceso
hacia las elecciones, donde una serie de grupos y personajes (nacionales y
foráneos, que de alguna forma hay que calificarlos) no quieren que la elección
se realice, sino que aspiran a provocar una ruptura antes y forzar al gobierno a
una situación de emergencia.
El panorama de
esta lucha por el poder sigue con grandes turbulencias, que no parecieran
desaparecer antes del 7 de octubre próximo. De parte del chavismo, la falta de
una dirección colectiva del proceso y de una alianza estratégica con bases
políticas de partidos y movimientos afines, se ve ahora como una debilidad para
poder asegurar un futuro de estabilidad, continuidad, legitimidad y
participación, cuando se habla del próximo período presidencial
2013-2019.
Sorprendentemente, Conferencia Episcopal y gobierno
reanudaron el diálogo después de... ¡tanto tiempo! Pero héte aquí que la Iglesia
eligió nuevos directivos y recomendó el acercamiento. Fue una reunión donde
predominó la necesidad de recomponer esas relaciones.
El tema de
fondo fueron las perspectivas hasta el 7 de octubre, los riesgos planteados y la
necesidad de contribuir a llevar tranquilidad y borrar tanta incertidumbre.
Amén.
Mientras, las
agresiones a periodistas -identificados con el chavismo- pasaron de castaño a
oscuro con medios del Zulia: el diario Qué pasa, y la TV Catatumbo. Una granada
de mano al periódico y unos doce disparos a la sede de la tele en un estado
donde el gobernador es opositor a Chávez (y ex
precandidato presidencial).
Asimismo,
llamaron la atención las serias denuncias de Héctor Navarro sobre sabotaje en la
industria eléctrica, siguiendo a las que sobre el Metro de Caracas adelantara su
presidente, Haiman El Troudi. “Que no nos sorprenda más adelante el uso de
explosivos”, comentó el director de Últimas Noticias, Eleazar Díaz
Rangel.
El sociólogo
Javier Biardeu señala que la conclusión predominante sigue siendo que “sólo” el
sistema de conducción político concentrado en Chávez, garantiza la unidad y
continuidad del proceso bolivariano. Y, extrañamente, es el propio Chávez quien
más énfasis pone en la necesidad de unidad –“unidad, unidad, unidad o la
anarquía nos devorará”- del movimiento bolivariano, debilidad que es aprovechada
por la dirigencia opositora y sobre todo por los medios comunicacionales
cartelizados.
Hasta el momento
sigue siendo tabú hablar de la sucesión o la sustitución de Chávez, de cara a
los seis años de gobierno que le esperan, de ganar en octubre. La Constitución
señala que de no lograr completar los dos primeros años de gobierno se deberá
llamar a nuevas elecciones. Si no, el orden de sucesión es primero el
Vicepresidente (que es de designación directa del mandatario) y luego el
presidente de la Asamblea Nacional: Elías Jaua y Diosdado Cabello, por ahora.
Aunque hablar de ello es tabú, varias encuestadoras han medido los potenciales
apoyos electorales a dirigentes chavistas.
Ante la
posibilidad y/o eventualidad de que Chávez no sea el candidato el 7 de octubre,
por motivos de su enfermedad, el gobierno ha cambiado su discurso publicitario,
ya que ahora el mensaje se centra en que los venezolanos tendrán que escoger
entre dos proyectos, y no solo sobre una persona, tratando de darle
sustentabilidad en el futuro al chavismo, más allá de las individualidades.
Chávez sabe que
debe aflojar las tensiones, pujas y disputadas dentro del campo bolivariano, y
por ellos enfatiza en las dimensiones del proyecto nacional y popular, pero
también en las cívico-militares: “La unidad cívico-militar es la garantía de la
independencia del país”, señaló, e instó a los efectivos militares a elevar el
nivel de conciencia, soberanía y patria ante los planes desestabilizadores que
preparan los partidos de la derecha venezolana, auspiciados por el gobierno de
Estados Unidos.
Un sector de la
oposición sigue planteado el retiro de la candidatura de Capriles. “El muchacho
no levanta”, y así lo revelan todos los días las diferentes encuestas. Pero no
hay que olvidar, tampoco, que los medios de comunicación comerciales
cartelizados, desde el 12 de febrero, adoptaron la estrategia de contenerlo y
tampoco los partidos integrantes de la Mesa de Unidad Democrática le han
reconocido su liderazgo. Hay quienes apuestan a nuevas elecciones en los
próximos dos años…
Para varios
analistas, la estrategia de Washington es tratar de evitar la realización de las
elecciones venezolanas a partir de actos de desestabilización, con el uso de
terroristas, paramilitares, para evitar el resultado. Chávez alertó que
“sectores enloquecidos” de la ultraderecha serían capaces de cometer cualquier
tipo de locura, articulando un movimiento con intervención extranjera, dado “el
poco arrastre” de la candidatura de Capriles.
Recordó que a
pesar de las amenazas extranjeras en Venezuela existe un proceso en marcha, y
por lo tanto señaló que un ataque similar al de Siria no es aplicable en América
Latina. Para muchos, el principal peligro que confronta la estabilidad política
venezolana, es la importación de terroristas colombianos contratados por fuerzas
opositoras, que pueden tratar de fomentar el caos y la subversión en pleno
período electoral.
Tanto oficialismo
como oposición presentan estructuras cruzadas por tensiones, presiones y líneas
de fractura, que para algunos analistas se mantienen unidas quizá por la
polarización política. Este equilibrio seguramente se resquebrajará ante una
derrota, lo que amenaza a un desarrollo más allá de lo político:
violento. Obviamente, la derrota es el disolvente de la cohesión.
La lucha es
también por la supervivencia y para ello se hace necesario dividir al adversario
ya que una derrota contundente acelerará y profundizará las fracturas internas.
Con una
pequeña ayuda de ...
Hay novedades en
el campo mediático. Convencidos de la falta de credibilidad de los medios
venezolanos, la estrategia comunicacional que aplica la derecha nacional y
trasnacional es la de “generar” informaciones en diversos medios gráficos de
América Latina (La Nación de Argentina, por ejemplo), Estados Unidos y Europa,
para intentar presentarlos como “objetivas, imparciales y neutrales” y
reproducirlas dentro del país.
Para el diario
español ABC, Chávez toma un opiáceo que es “cien veces más fuerte que la
morfina” para aliviar los fuertes dolores que le causa “el persistente avance
del cáncer en los huesos”, según un “informe de inteligencia”. Además de ese
medicamento, denominado “fentanilo”, los médicos también le suministran
“bisfosfonato para combatir la progresión de la metástasis” y “corticosteroides
para aliviar los efectos secundarios de la radiación y la quimioterapia”, indica
el medio.
La campaña siguió
en Estados Unidos, donde el “periodista” Dan Rather, de la cadena HDNet, señaló
–sin siquiera ruborizarse- que el cáncer del presidente de Venezuela se
encuentra “en su etapa final” y es “dudoso” que le permita vivir para ver los
resultados de las elecciones del 7 de octubre. Rather cita “una fuente altamente
respetada y cercana a Chávez, que conoce su estado y su historial médico”, y
señala que el mandatario padece de rhabdomyosarcoma metástico, un tipo de cáncer
muy agresivo que se encuentra “en su etapa final”, “un par de meses, como
mucho”.
Lo triste es que
Rather fue un ícono del periodismo en Estados Unidos cuando allí todavía existía
el periodismo. Fue el fin de una larga y prestigiosa carrera personal, y también
el del gran periodismo en las cadenas de televisión que junto a los grandes
diarios se transformaron en divulgadores de la propaganda corporativa.
El miedo y la
política
El ex
vicepresidente José Vicente Rangel denunció la especie que comenzó a circular
semanas atrás en el sentido de que la población venezolana es prisionera del
miedo. “Pero no del miedo al hampa, que se justifica plenamente debido al auge
del delito, sino a un miedo difuso, de signo político, para ejercer presión
sobre la opinión pública. Especie de antesala al cuestionamiento de un resultado
electoral favorable al chavismo el 7 de octubre”.
El sacerdote
jesuita Luis Ugalde, exrector de la Universidad Católica señaló que el hecho de
que las encuestas le otorguen a Chávez amplia ventaja sobre Capriles Radonski,
se debe a que los encuestados tienen miedo de manifestar su verdadera intención
de voto. Es decir, que el temor es determinante en lo que registran esos
instrumentos.
La característica
de esta campaña -con abundante difusión mediática- la confirma el exalcalde
derechista Leopoldo López: “Hay que sacudirse el miedo a represalias por ir a
votar el 7-O”. Otra dirigente opositora, Corina Machado, sostiene que “las
personas tienen miedo de revelar su intención política”. Pareciera que preparan
nuevamente el ambiente para futuras denuncias de fraude.
Hay otra clase de
miedo, como lo reconoce Carlos Blanco, ex ministro de Carlos Andrés Pérez, quien
reconoce que hay ciudadanos que quieren cambio pero que no encuentran todavía en
la candidatura opositora la posibilidad de conseguirlo y conservan la remota
esperanza de que la reelección del presidente Chávez impida el caos. Un miedo
válido y lógico, por lo demostrado por las fuerzas opositoras hasta
ahora.
La intención de
voto a favor de Hugo Chávez marcó 54,8% en mayo pasado, mientras que el
candidato opositor Henrique Capriles se ubicó en 26,3%, de acuerdo con un
estudio realizado por el Instituto Venezolano de Análisis de Datos (Ivad), que
por cierto no es nada oficialista.
Más a la
derecha
Nadie duda que
Primero Justicia (PJ), el partido de Capriles Radonsky, por sus definiciones
ideológicas y su filiación internacional, es la expresión ultraconservadora…
pero a veces la vida te da sorpresas, y que muchas otras organizaciones dentro
de la MUD los superan en parecerse cada vez más al PP español.
Es interesante la
nueva mirada del PJ sobre las misiones –quizá sea sólo por ventajismo
electoral-, mientras otros sectores socialdemócratas y socialcristianos insisten
en alejarse cada vez más de las demandas populares, como la campaña que hicieron
en los medios contra la reducción de la jornada laboral, la nueva ley del
Trabajo y su amenaza de “denunciarla” ante la OIT.
Hoy ya es muy
difícil saber quien está más a la derecha, si el MUD, Primero Justicia o los
medios cartelizados.
Aram
Aharonian es periodista y docente uruguayo-venezolano, director de la revista
Question, fundador de Telesur, director del Observatorio Latinoamericano en
Comunicación y Democracia (ULAC).
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